I Iermana de María Magdalena y de Lázaro, vivió en Betania, situada muy cerca de Jerusalén, donde solia hospedarse Jesús; con ellos también pasó los días que precedieron a su muerte, era la mayor de los hermanos, por lo que le correspondía la principal labor de la casa.
Andando afanosa por servir al Señor, le pide a María que le ayude; pero el Maestro, sin censurarla, bien ve como se desvive por servirle, la hace comprender cómo ciertas almas llamadas por Dios escogen una parte todavía mejor, pues hacen ya en la tierra, lo que harán por siempre en el cielo. La vida activa con sus penas y sus fatigas sobrellevadas por amor a Cristo, a quien se sirve en la persona del prójimo, es sin duda meritorio.
Marta aprende la lección, como aparece en el diálogo de la muerte de su hermano Lázaro: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano, pero aun ahora, sé que todo lo que pidas a Dios, él te lo concederá». Y de pronto Lázaro resucitó.
La hora de su muerte fue anunciada un año antes mediante una visión divina, es patrona de las amas de casa y del hogar; casi siempre viene acompañada de su hermana María Magdalena en la iconografía.
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