San Roberto nació en Gargrave, en Inglaterra, alrededor del año 1100. Su historia se refiere a la dichosa difusión en toda Europa, y también en Inglaterra, del orden francés de Citeaux, o cisterciense, que tuvo su mayor centro propulsivo en la célebre abadía de Chiaravalle, dónde fue Abad el gran San Bernardo.
Estudió en París y a la vuelta en patria fue ordenado sacerdote y nombrado rector.
En el 1132, se unió a los monjes benedictinos en la nueva fundación de Fontains. Sus dotes de sabiduría y piedad lo pusieron en particular luz entre los compañeros y algúnos años después tuvo el encargo de fundar el segundo monasterio cisterciense en el país, a Newminster donde dio gran impulso a la vida de esta nueva abadía.
Cómo guía de la nueva comunidad, él se preocupó sobre todo de la formación espiritual de los jóvenes. Por ellos escribió bonitos tratados y comentarios a los libros sagrados. Pero las lecciones más eficaces le dìo con el propio ejemplo dedicándose a la caridad y al ruego, instrumento con que combatió el demonio.
Los monjes de Newminster pudieron asì señalar con el dedo a su superior cuál ejemplo a todo los cistercienses, y también a los fieles. Un ejemplo cuya eficacia no dejó después de la muerte, ocurrida en el 1159, y seguida por los honores reservados a los San, aunque el abad Roberto nunca vino canonizado oficialmente de la Iglesia.
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