En la ciudad de Paray-le-Monial, en un monasterio de la Visitación, hacia el año 1670, encontrándose en un día de la octava del Corpus Dominós, Santa Margherita Maria Alacoque, postrada delante del Santo Sacramento expuesto a la pública adoración, Jesús le apareció, y la dio a ver su SS. Corazón.
Fue Jesùs todo invertido por llamas, circundado por una corona de espinas, desgarrado por una herida, y con una cruz plantada sobre. " Ves, le dijo Jesús a su adoradora, ves este Corazón que se consume de amor para los hombres, a pesar de eso no recibe que ingratitud y ultrajes. Este Corazón siempre es dispuesto a verter gracias y bendiciones sobre de todo; pero los ultrajes continuos que me hacen, impiden de ello la difusión.
Tú piensas pues en arreglar un sí lagrimable desorden, y hace qué el viernes siguiente a la octava consagrada al honor de mi Divin Cuerpo, sea consagrado especialmente al honor de mi Divin Corazón, arreglando con honorable multa y devota comunión las ofensas que recibo en la divina Eucaristía.
Yo esparciré abundantes bendiciones sobre cuantos me prestarán este culto; y a ti confío el encargo de hacer conocer y ejecutar mi deseo." Margherita, se aprestó al cumplimiento de la voluntad de Jesús.
El Pontífice Clemente X aprobó solemnemente la devoción al Sagrado Corazón y lo enriqueció de muchas indulgencias. Pio IX extendiò la fiesta a toda la Iglesia y Pio XI levantó la fiesta a ritual doble de primera clase con octava.
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