Herodes se coronó de gloria. Para solucionar el problema del sucesor, mandó matar a todos los niños menores de dos años. En la historia se han hecho barbaridades sin cuento.
Ahora los matamos de hambre, que es más eficaz y menos costoso. ¿Llegará el dichoso día en que solucione la humanidad el problema del hambre? Los poderosos administradores de las grandes naciones ya se están dando cuenta de que hay que repartir una pizca de su presupuesto para la solución de este problema. Algo es algo. Es más lo que representa que lo que vale.
Los seres humanos hemos hecho de este horror un día de la broma. Digamos, al menos, en este día la oración que rezaba Tomás Moro (22 de junio):
"Señor, dame una buena digestión y, naturalmente, algo que digerir. Dame la salud del cuerpo y el buen humor necesario para mantenerla. Dame un alma sana, Señor. Y no permitas que tome demasiado en serio esa cosa entrometida que se llama el YO. Dame, Señor, el sentido del humor, dame el saber reírme de un chiste para que sepa sacar un poco de alegría a la vida, y pueda compartirla con los demás".
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