Resulta que una vez, en Roma, allá por el siglo IV, había un matrimonio que poseía muchos bienes. El se llamaba Juan. Como no tenían hijos, decidieron dejar heredera de todos sus bienes a la Santísima Virgen. Y le pedían con insistencia que nuestra Señora les manifestase qué cosa de su mayor agrado podrían hacer por ella.
La noche del 5 de agosto se les apareció la Virgen en sueños. Y les dijo que su deseo era que le levantaran un templo en el monte Esquilino, en cuya cima hallarían marcado el sitio.
Y fueron a contárselo al papa Liberio (352366), el cual había tenido el mismo sueño esa noche.
El papa mandó juntar al clero, y acompañados de este feliz matrimonio se dirigieron al monte Esquilino, donde encontraron marcado con nieve el plano del templo que habían de edificar.
Había en Roma muchos oratorios dedicados a nuestra Señora. Pero se pensó que éste debería ser considerado el primero de todos ellos. Y por eso se le llamó el de Santa María la Mayor.
Por aquello de la nieve, esta advocación de la Virgen ha tomado el nombre de Santa María de las Nieves, o la Virgen Blanca.
Es patrona de Vitoria, porque así lo dispuso el mismo rey que la fundó.
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